Un paseo por la que una vez fue la zona más deprimida de
España, y que sin embargo hoy es uno de esos rincones privilegiados donde es un
placer ir a pasar unos días entre bosques, excelentes pequeñas carreteras y
buena gente.
Comenzamos nuestro viaje desde casa, desde Madrid, después
de trabajar un Viernes y con los largos días de esta época es un placer
arrancar y salir del garaje a eso de las cinco de la tarde con intención de tocar
pocas autovías y llegar a nuestro destino disfrutando del atardecer entre
bosques y curvas.
Llegamos unas cuatro horas más tarde a la que será nuestra base de operaciones durante
las siguientes dos noches, se trata de la Hospedería Hurdes Reales, la verdad
es que un alojamiento muy bueno y confortable a un precio razonable y sobre
todo, situado en el corazón de las Hurdes, coronando el pueblo de Las Mestas.
Durante el trayecto lo cierto es que atravesamos parajes de cuento, carreteras
de todas las calidades pero que en general brillan por su buen estado dentro de
la Provincia de Cáceres. Está claro que alguien se ha tomado la molestia de
conseguir que dentro de la complicada orografía de la zona, las carreteras se
encuentren en muy buen estado, así que si lo mezclamos todo obtenemos el mejor
caldo de cultivo para viajar disfrutando de la moto.
Mañana nuestro primer objetivo está claro, tendremos que
acercarnos a ver desde lo alto uno de los mejores meandros que se pueden
observar en España, donde si te llevasen de excursión cuando estabas en el
cole, nunca se te hubiera olvidado en que consiste esta figura tan caprichosa
que forman los ríos. El resto del día lo dejaremos a la improvisación, hay
mucho que ver y recorrer por la zona. Es una parte divertida del viaje, preparar la ruta que vas a realizar disfrutando de nuestro primer “refresco” en la terracita de la Hospedería con el mapa en las manos.
Amanece un día nublado pero de aspecto motorista, no parece
que vaya a llover por la mañana así que arrancamos y nos dirigimos desde Las
Mestas hasta Riomalo de abajo, donde se encuentra el cruce perfectamente
señalizado para llegar al mirador. Los primeros metros están bien pavimentados,
pero luego la calzada se convierte en una pista de tierra, bastante buena, pero
donde decidimos aparcar y darnos un buen paseo de unos 20 minutos hasta llegar
al mirador. Una vez que llegas, el MEANDRO MELERO está justo ahí, enorme,
impertérrito al paso del tiempo. Merece la pena sentarse y “echar” un ratillo
contemplando este monumento.
Localización mirador del Meandro Melero
Localización mirador del Meandro Melero
Regresamos a pie, recogemos las motos y descendemos hasta el
cruce del pueblo en la EX-204. Ahí, tras alguna cervecilla para refrescarnos de
la caminata, decidimos que vamos a hacer un recorrido en moto para visitar la
zona, así que nos ponemos en marcha y nos dirigimos por la propia EX-204 hasta
Vegas de Soria donde podemos repostar, detalle importante porque por esta zona
no existen muchas gasolineras. Justo al lado de los surtidores y siguiendo el río Hurdano,
nace una carreterita que nos llevará hasta Rubiaco, la CCV-55, y que será
nuestra arteria principal, llegando a Nuñomoral y comenzando a ascender
vertiginosamente en un “vayven” continuo hasta Casares de las Hurdes y
posteriormente Robledo. Pasado este hito, la carretera serpentea por la parte
más alta de la sierra deleitándonos con unas vistas magníficas. Cambia la nomenclatura de nuestra vía. Finaliza la CCV-55 y
comienza la EX-366, que después de crestear comienza su gran descenso entre
bosques siguiendo el curso del río Ladrillar. Esta carretera muere en Las
Mestas, aunque nosotros regresamos a Riomalo de Abajo para tomar algo.
La tarde discurre tranquila, nos refugiamos en el salón de la Hospedería con unas buenas copas y comentando el día. Son las seis de la tarde
y ha comenzado a llover, tenemos las motos a resguardo, nosotros bien hidratados
y viendo el espectáculo de la macrotormenta perfecta que nos acecha a través de
los ventanales, la verdad es que la sensación de confort acude a tu mente sin
querer. A la hora de la cena decidimos descender a pie por la antigua calzada
que une nuestro centro base con el pueblo, una calzada de piedra inclinadísima y
sin iluminación que nos guía hasta un pequeño bar que y hace las funciones de
restaurante dignamente. No recuerdo su nombre pero no hay otro, así que no hay
pérdida.
El Domingo amanece con una niebla que no es tal, sino la
respiración de los árboles que se deja notar. Es nuestro día de vuelta, pero
pensamos sacarle partido al viaje. Nos dirigimos a Granadilla por el lado este
del río Alagón y el embalse de Gabriel y Galán donde nuestro río desemboca. La
ruta en moto es sobrecogedora, bosques, rapaces por todas partes, animales que
se mueven en los márgenes de la carretera, curvas, buen firme…. En fin, una
ruta sublime de más o menos tres cuartos de hora hasta que llegamos a nuestro
destino. Granadilla es un pueblo encastrado en una “península” del embalse. Es
una antigua ciudad fortificada que fue abandonada por sus vecinos en la época
en que se llenó el embalse. La fortuna hizo, como en tantas ocasiones, que el
agua no llegase hasta la altura del pueblo, lo que hizo que ese pueblo
abandonado ahora contase con un buen trozo de costa de agua dulce.
La antigua población nos recibe con una inmensa torre
fortificada y en su interior el buen hacer de la Junta de Extremadura ha
conseguido que el estado de conservación sea muy bueno en las calles
principales y que poco a poco gracias a grupos de trabajo de estudiantes, el
pueblo vaya recobrando la buena salud de tiempos pasados.
Aprovecho esta última foto para agradecer a Ángel y Raquel que nos acompañasen a Anita y a mi en esta ruta, con tan buenos compañeros de viaje es muy fácil seguir conociendo nuestro territorio.
Después de un buen
paseo, nos dirigimos de Zarza de Granadilla hasta Guijo de Granadilla, pero en
una intersección antes de cruzar nuestra arteria principal, el río Alagon, encontramos
un desvío que nos llevaría hasta Oliva de Plasencia, pero que antes de llegar
nos sorprende con un antiguo asentamiento romano, bueno, más bien una antigua
ciudad romana situada al norte de Plasencia, la antigua Ciudad Romana de
Cáparra.
Localización de la Ciudad Romana de Cáparra
Localización de la Ciudad Romana de Cáparra
Esta ciudad descubierta en medio de una dehesa extremeña va
dejando al aire todos sus secretos poco a poco, a medida que van excavando y
quitando todos los cultivos que se encuentran encima de ella. Al margen del
Foro y el Anfiteatro, sin duda el resto más singular y especial es el Arco con
cuatro puertas que se yergue orgulloso en la unión del “Cardo” y el
“Decumanus”, es decir, en la intersección de las dos calles principales de la
ciudad y que marcaba el “kilómetro 0” de cada población para los romanos.
Una vez concluido el paseo, nos dirigimos por la carretera
que veníamos al encuentro con la N-630, la vía de la plata, que atravesaremos
para coger la CV-94 y ascender un magnífico puerto plagado de buenas curvas de
180º después de atravesar Villar de Plasencia y Cabezabellosa. Llegamos a El
Torno y descendemos hasta la N-110, carretera que seguimos hasta el pueblo de
Jerte y que nos deja recorrer todo el valle del mismo nombre hasta atravesar el
Puerto de Tornavacas. El resto pues ya os imagináis, vuelta a casa por esta
nacional hasta Ávila y por la antigua N-VI hasta que nos obligan a
incorporarnos a la monótona atovia a unos cincuenta kilómetros de casa.
Sin duda un magnífico fin de semana que os recomiendo a
todos que lo hagáis cuando os venga bien. Las Hurdes era una de las zonas que
tenía pendiente de recorrer y debo decir que me ha sabido a muy poco, no
tardaré en regresar….
28 de Abril de 2015.
YTU